Eran épocas en que al tango se lo mantenía aún en cuarentena, no bastaba ese acceso a los salones de bailes populares para su definitiva incorporación a la vida ciudadana. Los músicos contratados para actuar en las fiestas y reuniones familiares, eran vigilados por los dueños de casa, para que entre medio de valses, polkas, mazurcas, shottis, o habaneras no fueran a deslizar algún tango. Pero a pesar de su estricta prohibición en los salones familiares, tubo el tango su noble y romántico introductor en los humildes "organitos callejeros" de la marca Rinaldi. La manera de introducirse en los hogares Porteños, fué por obra y gracia de un acuerdo que se pactó entre las chicas de clase alta y el responsable de la musica callejera. Este señor se arrimaba a las ventanas de las casas que sabía que tenían clientas y allí ejecutaba varios temas que, desde adentro las chicas lo bailaban entre ellas y al finalizar la serenata, le dejaban caer por entre las rendijas de las ventanas, una buena propina que el organillero agradecía.
sábado, 6 de julio de 2013
ORGANITOS CALLEJEROS
LOS ORGANITOS CALLEJEROS

Eran épocas en que al tango se lo mantenía aún en cuarentena, no bastaba ese acceso a los salones de bailes populares para su definitiva incorporación a la vida ciudadana. Los músicos contratados para actuar en las fiestas y reuniones familiares, eran vigilados por los dueños de casa, para que entre medio de valses, polkas, mazurcas, shottis, o habaneras no fueran a deslizar algún tango. Pero a pesar de su estricta prohibición en los salones familiares, tubo el tango su noble y romántico introductor en los humildes "organitos callejeros" de la marca Rinaldi. La manera de introducirse en los hogares Porteños, fué por obra y gracia de un acuerdo que se pactó entre las chicas de clase alta y el responsable de la musica callejera. Este señor se arrimaba a las ventanas de las casas que sabía que tenían clientas y allí ejecutaba varios temas que, desde adentro las chicas lo bailaban entre ellas y al finalizar la serenata, le dejaban caer por entre las rendijas de las ventanas, una buena propina que el organillero agradecía.
Eran épocas en que al tango se lo mantenía aún en cuarentena, no bastaba ese acceso a los salones de bailes populares para su definitiva incorporación a la vida ciudadana. Los músicos contratados para actuar en las fiestas y reuniones familiares, eran vigilados por los dueños de casa, para que entre medio de valses, polkas, mazurcas, shottis, o habaneras no fueran a deslizar algún tango. Pero a pesar de su estricta prohibición en los salones familiares, tubo el tango su noble y romántico introductor en los humildes "organitos callejeros" de la marca Rinaldi. La manera de introducirse en los hogares Porteños, fué por obra y gracia de un acuerdo que se pactó entre las chicas de clase alta y el responsable de la musica callejera. Este señor se arrimaba a las ventanas de las casas que sabía que tenían clientas y allí ejecutaba varios temas que, desde adentro las chicas lo bailaban entre ellas y al finalizar la serenata, le dejaban caer por entre las rendijas de las ventanas, una buena propina que el organillero agradecía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario