Lo que se hereda, no se hurta, (sentencia la sabiduría popular), y así ha de ser, porque Edmundo Rivero siendo un pibe, gastaba más en cuerdas para su guitarrita que en comprar zapatillas. Había nacido en una familia de cantores y guitarreros. Su madre Juana Anselma Duró, sabía tocar la guitarra y cantar estilos criollos, cifras, vidalitas, cielitos y triunfos. Muchas de sas veladas las compartía con su esposo en reuniones familiares y de amigos. De esa manera Edmundo recibió de su madre los primeros achuchones para encaminarse en el camino del canto y la música. Su padre, don Máximo Anibal Camilo Rivero, que por aquella época era el jefe de la estacion "Midland" del ferrocarril Belgrano, también gustaba cantar acompañándose muy bien con la guitarra, por eso Edmundo sabía recordar "mi padre nos daba todas las noches de Dios su infaltable serenata mientras mi madre le cebaba mates".
Mi padre siempre me decía; "La guitarra nunca te va a dar una fortuna, pero te va a dar otra riqueza más importante que los bienes materiales; Te va a dar amigos y te va a abrir las puertas del rancho más humilde y del palacio más grande"
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