domingo, 3 de febrero de 2013

EVARISTO CARRIEGO


Evaristo Carriego fué uno de los primeros mitólogos del Tango y del suburbio. Con esa característica Argentina de convertirlo todo en "mito", escribió este poema que prefigura al compadrito y a su mundo.
   Ya los de la casa se van acercando
    al rincón del patio que adorna la parra
    y el cantor del barrio se sienta, templando
   con mano nerviosa la dulce guitarra

   la misma guitarra, que aún lleva en el cuello
   la marca indeleble, la marca salvaje
   de aquel despechado que soñó el deguello
   del rival dichoso, cortando el cordaje

    ya viene la trova: rimada misiva
    En décimas largas de amante fiereza
     que escucha sensible la despreciativa
     moza, que no quiere salir de la pieza

     la trova que historia sombías pasiones
     de alcohol y de sangre, castigos muy crueles
     agravios mortales de los corazones
     y muertes violentas de chinas infieles

    sobre el rostro adusto, tiene el guitarrero
     viejas cicatrices de cárdeno brillo
     en el pecho un hosco rencor pendenciero
     y en los negros ojos, la luz del cuchillo

     y muestra insolente, que se va exaltando
     su bestial cinismo de alma atravesada
     Palermo lo ha oido, quejarse cantando
     celos que preceden a la puñalada

      y no es para el otro, su constante enojo
      a ese desgraciado que a golpes maneja
      le hace el mismo caso, por bruto y por flojo
      que al pucho que olvida detrás de la oreja

      pues tiene unas ganas, su altivez airada
      de concluir con todas las habladurías
      tan capaz se siente de hacer una hombrada
      de la que hable el barrio, tres o cuatro dias

       y con la rudeza de un gesto rimado
       la canción que dice la pena del mozo
       termina en un ronco lamento angustiado
       como una amenaza que acaba en sollozo

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