miércoles, 28 de diciembre de 2011

MILONGUITA

            MILONGUITA

¿Porqué hay tanta tristeza en el tango?, esa es una de las cuestiones que tengo que terminar de entender para terminar de entender al hombre del tango en sus primeros inicios. Cada creación termina en un drama, aunque la historia contada en dos minutos pudiera tener un final feliz. ¿Cómo se crea el tango “MILONGUITA”?, yo lo he contado varias veces en mis programas de Radio, como resultado de las averiguaciones que uno debe hacer para entender la historia del tango. Uno tiene que nutrirse en escritos que ya han hecho otros comentaristas anteriormente y así se va renovando la posta sobre una misma esencia. Se cuenta que los autores, Enrique Delfino y Samuel Linning, caminaban una tarde por calles apartadas del centro y los pasos los llevaron al sudoeste pasando por Chiclana y Déan Funes de Buenos Aires que entonces tenían arboles llenos de vida y juventud, las casitas eran chatas y las gentes modestas, cuando vieron la coquetería e ingenuidad de una muchachita hermosa que los miraba desde una puerta junto a un corralón. Esta escena le hizo pensar un mundo de cosas a Linning (que estaba todo el dia buscando material de tango) diciéndole a Delfino; “Mirá esa Milonguita” a lo que Delfino exclamó inmediatamente ¡Ya tiene nombre el tango!.  Y Linning sintió el brote de los primeros versos que más adelante causarían sensación en el mundo del tango.
Milonguita (Esthercita)

Tango
1920
Música: Enrique Delfino
Letra: Samuel Linnig



¿Te acordás, Milonguita? Vos eras
la pebeta más linda 'e Chiclana;
la pollera cortona y las trenzas,
y en las trenzas un beso de sol.
Y en aquellas noches de verano,
¿qué soñaba tu almita, mujer,
al oír en la esquina algún tango
chamuyarte bajito de amor?
Estercita,
hoy te llaman Milonguita,
flor de noche y de placer,
flor de lujo y cabaret.
Milonguita,
los hombres te han hecho mal
y hoy darías toda tu alma
por vestirte de percal.
Cuando sales por la madrugada,
Milonguita, de aquel cabaret,
toda tu alma temblando de frío
dices: ¡Ay, si pudiera querer!...
Y entre el vino y el último tango
p'al cotorro te saca un bacán...
¡Ay, qué sola, Estercita, te sientes!
Si llorás...¡dicen que es el champán!

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